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domingo, 28 de septiembre de 2008

Senda del Batallón Alpino

Hoy al final ha sido un día algo mágico, después de haber tenido que cancelar ayer, por la situación meteorológica, la Cuerda Larga y que para hoy no había muchas mejores esperanzas, decidí salir yo solo de madrugada para hacer alguna ruta.

Estos últimos días hemos estado “foreando” algo sobre los restos de la Guerra Civil en el Guadarrama y me acordé de la expedición que organizó desde EcoDx el compañero Rafa, “Operación Gato de Escayola” consistente en una nocturna por la senda del Batallón Alpino y que tuvo como colofón la colocación de un cache conjunto entre EcoDx y foroWare, así que decidí abordar esta senda y posteriormente subir a Peñalara regresando por Dos Hermanas al puerto de Cotos.

A las 6,30 me encontraba junto a Lucas en el aparcamiento de Cotos a 3 grados de temperatura y con un cielo estrellado, así que el panorama pintaba perfecto.

Hacía años que no caminaba por la zona de Peñalara y la primera sorpresa fue comprobar que habían puesto puertas al campo y que además estas estaban cerradas con candados, así que antes de buscar otro acceso decidí simplemente saltar la valla, además la primera señal que te encuentras es que los perros no pueden ir sueltos.

Comenzamos por el camino que rodea el albergue del Club Alpino Español subiendo por unos escalones de madera, al poco sale un sendero hacia la izquierda fuera ya de los límites del Parque Natural, esta es la senda que debemos seguir, por lo que Lucas obtiene su libertad de inmediato, esta senda va tomando altura sin grandes dificultades hasta la cota de los 2.100 en los que ya fuera del arbolado se convierte en un suave sendero, que de noche puedes incluso llegar a perder.

Esta vez cometí un fallo logístico muy importante, pues no conté con que el enebro existente, a esa hora de la madrugada y con la humedad ambiente alta, estaría cargado de pequeñas gotitas como de rocío que irían pasando desde esta planta a mis pantalones y botas, por lo que no salí con los pantalones de agua y botas de goretex y cuando alcancé la cumbre del collado estaba totalmente empapado de cintura para abajo.

La subida por otra parte fue tranquila, silenciosa y viendo algunos jirones de niebla que pasaban por debajo, podías fácilmente atisbar lo que los voluntarios del Batallón Alpino debían sentir mientras discurrían por este sendero aunque en mi caso sin temor de un mal encuentro.

Cuando alcanzas el collado la vista se extiende por la llanura castellana y en la madrugada la encuentras salpicada de las luces que marcan la posición de Segovia, y todos los pueblos de su entorno, así como las autopistas de esa vertiente norte del Guadarrama, la sensación es magnífica.

Desde aquí alcanzar la línea de trincheras es fácil, esta vez me servían de parapeto para el aire y pude recuperar un poco el calor que la mojadura, la temperatura que debía rondar los cero grados y el viento me estaban quitando rápidamente.

Ahora pensar en estas trincheras en pleno invierno, además de los de antes, escudriñando constantemente la oscuridad y con la nieve encima supera mi imaginación. Habiendo visitado otros restos como en la Sevillana, la zona de la Jarosa, estos junto con Cabeza Lijar son los que mas impresión me han producido porque unen a la crueldad de la contienda, la soledad e inclemencia que existe lejos de los nudos de comunicación y en estas alturas.

Después de recuperar la sensibilidad en pies y manos, me dediqué a buscar el cache con resultado negativo, pero ha sido el primer no encontrado que no me ha importado nada, pues las sensaciones y la ruta en si mismas han cumplido con creces.

Mientras estábamos en las trincheras comenzó a amanecer y ya teníamos visión sobre las cumbres que nos rodeaban.

Peñalara se mostraba veladamente entre la niebla, lo que sumado a las malas sensaciones que las piernas y pies empapados de agua me transmitían encaminaron mis pasos de vuelta a Cotos.

La bajada ha sido tranquila descubriendo los extensos pinares que estaban ocultos durante la noche y con la sensación que todo nos había pertenecido durante el breve espacio de tiempo en el que habíamos sido los únicos habitantes de esta zona de la sierra.

De regreso a Cotos nos encontramos con los primeros montañeros que subían preparándose para comenzar sus rutas, pero ninguno sentiría la soledad que nos acompañó en nuestra marcha al pasado.

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